Trabajemos, gobierno y sociedad, para que el programa “Reforcemos los Valores, para Vivir Mejor” crezca hasta convertirse en un gran programa municipal, estatal y nacional, con mayor cobertura y penetración social, que nos permita promover los valores comunitarios, por el bienestar de todos los Talpenses, Jaliscienses y Mexicanos.
Comparte este mensaje y recuerda que reforzar los valores nos permite vivir mejor.
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Es un sentimiento compartido con otra persona, donde se busca el bien común, una palabra de consuelo, una sonrisa franca o un abrazo sincero.
Debemos considerar la verdadera amistad cuando existe una unión desinteresada, cordial, abierta, en la que hay un interés mutuo por los problemas, éxitos o sufrimientos del amigo; se debe cultivar con pequeños detalles de gratitud por todo lo que se recibe de ella.
La amistad comienza por la simpatía y el agrado que se siente al encontrarse personas que tienen cosas en común con nosotros. Te empiezan a interesar las cosas del amigo y tú encuentras con gusto que a él también le interesan las tuyas. Es muy agradable saber que cuentas con alguien que te quiere y te comprende y que comparte muchos de tus gustos y de tus ideas.
Sin embargo, no se limita con esto la verdadera amistad; tiene ciertas características y exigencias. El amor en la amistad se convierte en amor incondicional, cuando buscas el bien de tu amigo, cuando respetas sus ideas, cuando lo aceptas tal y como es, cuando lo ayudas a crecer y superarse; si quieres una verdadera amistad, sin prisas, busca el conocimiento de la otra persona, resalta sus virtudes, minimiza sus defectos, y con mucho amor hazle reconocer sus errores.
Sabías que… una buena amistad tiene tres cualidades básicas: que sea buena, fiel y accesible.
Decálogo de la amistad
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El valor del amor es tener como ideal el bien común, el perfeccionamiento propio y el de los demás.
El amor se piensa como un tópico muy filosófico, incluso puede sonarnos a discurso religioso, sin embargo es necesario pensarlo como el referente más general que nos permite tomar decisiones éticas. Es la base de toda nuestra actuación, cuando se le considera y también cuando no se le toma en cuenta.
Como sociedad estamos de acuerdo en que lo mejor de la educación, del intelecto, de las potencialidades humanas deben encaminarse al bien individual y de la humanidad, no a la justicia fría, no a la responsabilidad de cada cual, ni al cumplimiento de las obligaciones que nos tocan, sino más allá: tratar a cada quien como quisiéramos ser tratados, con amor.
La idea del amor tiene un significado profundo, de lo que en lo más íntimo de nuestro ser creemos que es bueno o malo; otros valores como la justicia evalúan la transgresión a las normas de observancia externa, el amor es el único que estima la esencia del bien y del mal en nuestra conciencia.
Nos permite tomar decisiones tomando en cuenta lo físico (lo que se ve) y aquello que forma parte de lo espiritual (es decir lo que no podemos ver).
Transitar por la vida sin rencores, perdonando nuestros errores y las fallas de los demás es expresión del amor. La venganza, el engaño, los sentimientos de culpa y el sufrimiento que nos causamos a nosotros mismos y que podemos provocar en los demás, son consecuencia de decisiones que no se apegan al ideal de bondad, sino al “ideal” de la maldad, de la malicia.
A pesar de lo que digamos, es necesario precisar que el buen comportamiento es un proceso de difícil decisión, en todas las situaciones hay opciones que se deben evaluar, complejidades que requieren de preparación y el mejor uso de nuestra inteligencia, el amor nos sitúa en dirección al mayor bien y el menor mal posible.
El valor del amor se desarrolla cuando:
Decálogo del amor:
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El valor de la bondad es una inclinación natural a hacer el bien, con una profunda comprensión de las personas y sus necesidades.
Si pensamos o decimos que alguna persona es buena, nos referimos a que procura portarse bien, a que se esfuerza por ser feliz y hacer felices a los demás.
La bondad es un comportamiento externo que nos informa de lo que se guarda dentro de sí mismo. La bondad, entonces podemos afirmar que es la expresión del amor, que se ve amorosamente a las personas y a la naturaleza. Es causa de gran preocupación para quienes pensamos así, ver como los niños pequeños maltratan, torturan y matan a los animales domésticos por el gusto que esto les produce. Por el contrario ver como los niños cuidan amorosamente a los animalitos, admiran las plantas, la luna y todo lo que ven nos produce gran emoción de esperanza en un mundo mejor.
Pero como al inicio escribimos, la bondad es una inclinación universal, la historia está llena de personas que hicieron el bien a la humanidad. Por todos lados se ve el heroísmo y el sacrificio de los padres a favor de sus hijos, sin que la historia de cuenta de su anónimo comportamiento. Quizás su recuerdo queda sólo en nosotros los adultos que algún día fuimos bendecidos por sus cuidados.
La bondad puede desarrollarse sin discursos, con el simple ejemplo, con la imitación por admiración de los que son buenos. Se puede enseñar a reconocer nuestro interés individual; no guiados por el simple principio de lo que nos agrada, sino buscando ser amables con nosotros mismos, pero sin lastimar a los otros ni a la naturaleza.
El valor de la bondad se desarrolla cuando:
Decálogo de la bondad
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Es ayudar y servir de manera espontánea a los demás, hasta en los pequeños detalles.
La colaboración se debe dar como una actitud permanente de servicio hacia el trabajo y la familia, pero también se puede ayudar a cualquier persona que lo necesite, pensando en todo aquello que deseamos que hagan por nosotros, y viendo en los demás a su otro yo.
La realización de las personas está basada en la colaboración y el esfuerzo de otras personas.
La colaboración es posible cuando hay facilidad de desprendimiento; esto significa ser de espíritu generoso y este sentimiento produce un ambiente de enriquecimiento, respeto, apoyo y solidaridad.
Colaborar es responsabilidad de todos, aunque facilitar el proceso requiere de trabajar la fortaleza interna. Mirar a otro con una actitud de amor y colaboración. Si cada uno aportara algo, se podrían hacer grandes actos a favor de los que más nos necesitan y esto hablaría de nuestro alto sentido altruista, haciendo la vida más ligera a los demás.
Las personas serviciales viven atentas, observando y buscando el momento oportuno para ayudar a alguien, aparecen de repente con una sonrisa, dispuestos a hacernos la tarea más sencilla. Las personas con espíritu de servicio tienen rectitud en sus intenciones y saben distinguir cuando existe una necesidad real.
Algunas veces el colaborar tiene que ver con nuestros deberes y obligaciones, pero necesitamos hacerlo, conscientes del deber de hacerlo, por ejemplo cuando ayudamos a nuestros padres sin que nos lo pidan. Darnos tiempo para hacerlo, nos permite a la familia vivir en armonía. Los hijos debemos estar al pendiente de las necesidades de la casa, al igual que nuestros padres lo están.
Sabías que la podemos lograr si…
Decálogo de la colaboración
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La democracia es el respeto a las normas para el constante mejoramiento económico, social y cultural de un pueblo.
El valor de la democracia encuentra su significado y su esencia en la participación ciudadana.
La democracia obliga a las personas al respeto de las normas de convivencia social y desde luego a los ordenamientos jurídicos, estimando el bien común, un bien más valioso que el bien de un sólo individuo.
De esta forma las cosas mejoran, reconociendo con buena voluntad aquello que consideramos que está mal y reconociendo justamente lo que esté bien, respetando lo establecido y haciendo lo posible para que las normas se acerquen al ideal de justicia social.
La democracia resulta muy lastimada porque muchos de los ciudadanos tenemos una forma de ser que se caracteriza por el descontento con todo y con todos. Los defectos por mínimos que sean se exageran y las quejas se multiplican, muchas veces sin fundamento.
Excluirse de la acción, produce más apatía y propicia que quienes tienen intereses ajenos al bien común participen y en ocasiones dificulten el florecimiento de buenas iniciativas, que sin embargo no cuentan con suficiente trabajo y los pocos que luchan por ideales democráticos resultan derrotados.
Un riesgo de la democracia es que los que participan no siempre tienen como objetivo el bien del grupo y de la sociedad; en ocasiones quienes más participan, son movidos por fines egoístas: su participación significa ganancia para ellos y pérdida de posibilidades para los otros.
La democracia requiere, sobre todo cuando se practica en grupos de trabajo, en la familia y en la comunidad vecinal, el respeto a las otras personas, a su espacio y brindarles incluso asistencia para que se animen a colaborar en la medida de sus posibilidades.
La democracia se desarrolla cuando:
Decálogo de la democracia
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Es estar a tiempo, cumplir con nuestras obligaciones en el momento adecuado.
El valor de la disciplina se adquiere dotando a nuestra persona de carácter, orden y eficacia para estar en condiciones de realizar las actividades que nos piden y poder desempeñarlas lo mejor que se pueda y ser merecedor de confianza.
Una persona disciplinada habla por sí misma, se deduce lo responsable que es para organizar su tiempo, actividades y está al pendiente de cumplir con lo encomendado. Su palabra es sinónimo de garantía y credibilidad ante los demás.
La disciplina es un entrenamiento que corrige, moldea, da fortaleza y perfecciona tu misión, es formarte buenos hábitos y establecer una serie de reglas personales que te comprometan contigo mismo para alcanzar un ideal, esto sin duda es una de las tareas mas importantes de tu vida.
La persona que posee el valor de la disciplina es aquella que cumple con sus obligaciones, haciendo un poco más de los esperado, al grado de sacar adelante su trabajo y todo aquello en lo que ha empeñado su palabra.
Es muy significativa la forma en que aprecia el horario y el orden. No se olvida de mantener un ambiente agradable y armónico donde se encuentra. Es feliz con lo que hace, no ve el compromiso como una carga, no se molesta cuando le piden algo, piensa que es el medio para perfeccionar a otros a través del servicio a los demás.
Cuando eres disciplinado en tus acciones cotidianas, con tu familia, en la escuela y en la comunidad, no hace falta que te vigilen y controlen, porque tú mismo estás al pendiente de cumplir lo que te corresponde.
Con la disciplina desarrollas la capacidad de ejercer control de tus deseos, carácter, emociones, lenguaje y actitudes; todo esto te ayudará a conseguir las metas que te has trazado, convencido de lo que quieres y resuelto a que nada ni nadie te moverá de tu idea.
El dominio de nosotros mismos no ocurre automáticamente, necesitamos que nos guíen nuestros padres y maestros para que apoyen el proceso y así poder lograr consolidar el valor de la disciplina. La familia transmite el valor con el ejemplo, para que así sea mas fácil adquirirlo.
Lo podemos lograr si…
Decálogo de la disciplina
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Es vencer los obstáculos con la ayuda de la inteligencia y la voluntad, ser capaces de derrotar los miedos que nos impiden dar a nuestra vida su verdadero sentido.
Si tenemos fortaleza podemos conseguir lo que nos proponemos por difícil que esto sea, nos da tranquilidad frente a las situaciones o presiones que nos inquietan, es necesaria para que la voluntad sea firme. Cuando tenemos una voluntad fuerte es más fácil decir “no” a todo aquello que puede influir negativamente en nuestra persona, y somos capaces de reflexionar para superar cualquier conflicto en la vida.
Todos podemos superar dificultades o adversidades, lo que se debe hacer es sumar pequeños esfuerzos para que puedan llegar a ser grandes y exitosos en todos los proyectos de vida que tengan. Cada persona puede ser capaz de superarse para trabajar y mejorar sin que sea egoísta. Podemos decir que el valor de la fortaleza es indispensable en el desarrollo humano, para resistir las influencias de aquellas personas que quieren dañar nuestra integridad o de aquellas que nos presionan a realizar algo que no queremos hacer, contraponiéndose a los valores que nos enseñan en casa o en la escuela.
Con la fortaleza podemos elegir actividades que nos ayuden a nuestra superación personal; así, seremos coherentes en el pensar y en el hacer y tendremos la firme voluntad de elegir lo bueno y desechar lo malo.
Si pensamos en las actividades diarias, veremos que se necesita resistir algunas molestias, y al hacerlo, sabemos con claridad que al final va a resultar que era necesario vencerlas por nuestro propio bien. Todos los esfuerzos deben estar apoyados por nuestros padres y maestros para formar hábitos; un ejemplo es cuando queremos ver la televisión y no hemos terminado la tarea, entonces debemos resistir un poco la tentación de dejar un trabajo medio hecho y pensar que lo podemos terminar bien por iniciativa propia, entonces estaremos desarrollando este valor.
Lo podemos lograr si…
Decálogo de la fortaleza
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Es servir con auténtico desprendimiento sin esperar nada a cambio, buscando el bien de los demás.
Ser generoso es ser grande, enriquece a la persona que la practica, porque nada te hará más humano que el que puedas desprenderte de ti mismo para compartir con los demás.
Cuando tienes esta cualidad, tus sentimientos los das a quienes te rodean, estando al pendiente de sus palabras, expresiones y acciones; te das sin esperar nada a cambio.
Si eres generoso te olvidas del egoísmo, no esperas a que alguien te diga “te necesito”, te muestras con entusiasmo y te entregas desde el principio hasta el fin, piensas en lo maravilloso que es poder ayudar y agradeces la oportunidad de servir.
Si alguien está decaído, triste o enfermo, tu generosidad te permite ofrecer un trato amable, de respeto y compartir tu tiempo libre con el que más lo necesita, sin esperar nada a cambio.
Una persona generosa lucha por mantener la unidad y la felicidad con las personas con las que convive, se da la oportunidad de ayudar a su comunidad ya sea reforestando, cuidando su entorno o sirviendo con entusiasmo a los demás.
Si buscas servir y hacer sentir bien a todos, eres digno de recibir lo mejor y estás reforzando este valor de la generosidad con esas buenas acciones que realizas; piensa que siempre puedes hacer algo más por las personas que están cerca de ti.
Agradece por todo lo que tienes y recibes, dedica tiempo a quien lo necesita, desarrolla tu capacidad de dar y de descubrir ese espíritu de servicio que posees a favor de los demás.
Sabías que… una persona generosa es digna de reconocimiento si hace pequeñas acciones como:
Decálogo de la generosidad
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Es armonizar las palabras con los hechos, es tener identidad y coherencia para estar orgulloso de sí mismo.
“La persona honesta es grata y estimada, es hermosa en su carácter y quien es honesto es bondadoso, amable, correcto, admite que está equivocado, cuando lo está; sus sentimientos son transparentes, su buena autoestima la motiva a ser mejor, no aparenta lo que no es, lo que proyecta a los demás es real”.
La honestidad es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y lo que se hace, conducta que se observa hacia los demás y se exige a cada quien lo que es debido.
Para ser honesto es importante ser sincero con uno mismo, fiel a la promesa hecha con las personas con quienes convivimos o tratamos. Ser honesto es tener un comportamiento adecuado, correcto, justo y desinteresado.
Si podemos hacer un listado de las cualidades que nos gustaría ver o mejor aún poseer, seguramente diremos que la honestidad garantiza confianza, seguridad, responsabilidad, confidencia, lealtad y en una palabra, integridad.
Si eres honesto tendrás el reconocimiento de los demás, porque el interior y el exterior son el reflejo el uno del otro. No existen contradicciones entre los pensamientos, palabras o acciones. Ésta integración te proporciona claridad y ejemplo a los demás; ser interiormente de una forma y exteriormente de otra, ocasiona daño y conflictos, porque no se puede estar cerca de los demás ni los demás querrán estar cerca de una persona que no es confiable o digna de confianza. El valor de la honestidad es visible en cada acción que se realiza.
Cuando existe honestidad y limpieza en lo que se hace, hay cercanía y cariño; sin estos principios la sociedad no puede funcionar, esto significa nunca hacer un mal uso de lo que se nos confía, por ejemplo, usar los recursos de manera adecuada para las necesidades básicas, pues los recursos bien utilizados crean bienestar y se multiplican.
La persona comprometida con el desarrollo y el progreso mantiene una actitud honesta como un principio para construir un mundo de paz, sin desperdicios y con más esplendor.
Sabías que podemos vivirla si…
Decálogo de la honestidad
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Reconocer nuestras debilidades, cualidades y capacidades y aprovecharlas para obrar en bien de los demás, sin decirlo.
El valor de la humildad ayuda a las personas a contener la necesidad de decir o hacer gala de sus virtudes a los demás. Una personas que vive la humildad hace el esfuerzo de escuchar y de aceptar a todos. Cuando más aceptamos, más se obtendrá el cariño y reconocimiento, porque una palabra dicha con humildad tiene el significado de mil palabras agradables.
Humildad es aceptar las cualidades con las que nacemos o desarrollamos, desde el cuerpo hasta las posesiones más preciadas. Por tanto, debemos utilizar estos recursos de forma valiente y benevolente. Ser humilde es dejar hacer y dejar ser, si aprendemos a eliminar la arrogancia, reconocemos las capacidades físicas, intelectuales y emocionales de los demás. Por tanto, el signo de la grandeza es la humildad. La humildad permite a la persona ser digna de confianza, flexible y adaptable. En la medida en que somos humildes, adquirimos grandeza en el corazón de los demás.
El éxito en el servicio a los demás proviene de la humildad; cuanto más humildes, mayores logros obtendremos. No puede haber beneficio para el mundo sin la humildad. Una persona humilde puede adaptarse a todos los ambientes, por negativos que éstos sean; nunca dirán “no era mi intención decirlo”, según la actitud, las palabras reflejarán eso, entonces debemos cuidar nuestras palabras para no lastimar sin desearlo. Cuando expresemos una opinión debemos hacerlo con el corazón y mente abierta para aceptar las particularidades, la fortaleza y la sensibilidad de uno mismo y de los demás.
Para ser humildes, necesitamos ser realistas, conocernos a nosotros mismos tal como somos. Únicamente así podremos aprovechar todo lo que poseemos para obrar el bien. Siempre encontramos cosas en nuestra propia persona que no nos gustan, capacidades que no estamos aprovechando o cualidades que no estamos desarrollando. Lo importante es aceptar la situación e intentar luchar por superarse día a día.
Lo podemos lograr si…
Decálogo de la humildad
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Justicia es la posibilidad de construir el bien y la capacidad de reconocerlo.
Injusto es aquello que nos ofende moralmente, que atenta contra nuestra idea del bien. Podríamos pensar que lo justo es aplicar a todos las mismas normas y los mismos castigos en caso de que no se cumpla con lo esperado; pero esto, aunque ordenado, realmente no garantizaría que fuera justo.
La justicia, sin embargo, se localiza cuando las acciones de la persona se mantengan dentro de lo que una sociedad considera justo. Por ejemplo, las acciones contrarias al orden social de las personas mayores, no son valoradas de la misma forma que las conductas de los menores infractores. Por otro lado quienes sufren alguna discapacidad necesitan que acerquemos a ellos la posibilidad de actuar, para poder acudir a una escuela, a un trabajo, etc., y sería injusto considerarlos con igual rigor que quien tiene a la mano todas las posibilidades de actuar por contar con todos los recursos necesarios o de sobra.
El ser humano necesita comprender la justicia dentro de sus posibilidades intelectuales, aunque sabe que la aspiración a la Justicia como valor absoluto está fuera de su alcance, trata de acercar la sociedad a este valor. Así el acto justo es aquel que va conforme a los valores morales que una sociedad acepta y que una persona realiza según su entendimiento, posibilidades y necesidades.
Toda sociedad tiene un espacio amplio de asimetrías, interdependencias e imperio de la ley del más fuerte, del dominante. Por ello la moral, la ética y la justicia procuran establecer espacios de equidad en que los actos justos tengan mayores probabilidades de prosperar.
La libertad de hacer y ejercer el poder, debe ser moderada por una visión justa, que estime las condiciones de quienes se encuentran en desventaja, ya sean personas, grupos e incluso países.
En nuestro ámbito personal, estimar lo que es justo y realizar acciones justas debe considerar al menos tres aspectos: el bien de las personas (sus posibilidades, necesidades, grado de felicidad), la reflexión (que implica nuestro compromiso de prepararnos para conocer y comprender mejor el ejercicio de los valores morales) y las circunstancias (bajo que condiciones y con qué recursos se dio la situación o comportamiento).
El valor de la justicia se desarrolla cuando:
Decálogo de la justicia
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Fidelidad al compromiso de defender lo que creemos y en quienes creemos, en los buenos y en los malos momentos.
La lealtad es un valor que debemos desarrollar en nuestro interior y tener conciencia de lo que hacemos y decimos. Es un corresponder, una obligación que se tiene con los demás. Es un compromiso de defender lo que creemos; y en quienes creemos, si no cumplimos como es debido, nos quedamos solos. Cuando somos leales, logramos llevar la amistad y cualquier otra relación a algo serio y profundo. Todos podemos tener un amigo de verdad, pero debemos estar conscientes que esto implica un compromiso, porque es estar en las buenas y en las malas.
En la escuela es cumplir no sólo por obligación, sino porque tenemos un compromiso con la institución en donde estudiamos y con la familia misma.
La lealtad es una llave que nos permite tener un auténtico éxito cuando nos relacionamos, que es difícil de obtener. Es muy común aquella persona que al saber que puede obtener algo de nosotros se nos acerque, y cuando dejamos de serle útiles nos abandone, y lo que acaba ocurriendo es que esas personas no son dignas de confianza.
La lealtad es esencial, los conocidos se hacen amigos a través de la lealtad mutua. Es nuestro deber ser leales a aquellos que dependen de nosotros: familia, amigos y compañeros; la lealtad es amor bondadoso en acción. Es potenciar la energía que viene hacia nuestro cuerpo al cuidar nuestras actitudes y pensamientos.
La lealtad en este sentido, está relacionada estrechamente con la perseverancia, la responsabilidad, el respeto, la prudencia, etc. Pero la lealtad es el valor que ayuda a la persona a actuar con congruencia respecto a la palabra dada o se trata simplemente de tomar conciencia para que, sin necesidad de haber dado la palabra, surja la necesidad de asimilarla libremente.
La lealtad no tiene sentido si estos valores no son permanentes. El deber de la persona es ser leal respecto a sí misma, para poder actuar del mismo modo con cada persona o con las instituciones con las que está colaborando o estudiando.
La lealtad es básica para que el mundo que estamos construyendo sea mejor; un ejemplo de lealtad puede ser hacia la patria y una manera de manifestarla es cuando cuidamos los patrimonios históricos; esto se concreta a los monumentos, a las reservas naturales, pues en muchas ocasiones no estamos conscientes de nuestro compromiso y responsabilidad para cuidarlos o mantenerlos en buen estado y hacemos mal uso de ellos. Entonces es importante concientizarnos para asumir una actitud leal y de respeto, que contribuyan a preservar nuestro patrimonio nacional.
Sabías que lo podemos lograr si…
Decálogo de la lealtad
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Es estar orgulloso de la tierra que nos vio nacer, de sus costumbres y tradiciones. Ser patriota es, contribuir al progreso de Talpa de Allende, de Jalisco y de México.
Patriotismo es el valor que nos da el respeto y amor que debemos a la patria y una forma de manifestarlo es a través de nuestro trabajo honesto y la contribución personal al bienestar común.
El patriotismo se manifiesta por los valores que transmitimos como ciudadanos conscientes: trabajo, conducta, modales, respeto a las normas y costumbres. Por lo tanto, la persona necesita reconocer lo que su patria le ha dado y lo que le da para poder actuar justamente con ella.
El sentimiento patriótico se forma desde la niñez que poco a poco va extendiéndose, primero amando a nuestro municipio, estado y nación. Pero este sentido de unidad tiene que abrirse también en el conocimiento de otros aspectos que es el de la preocupación por el bien común, sobre todo con aquellos que más lo necesitan. El tener un espíritu solidario con aquellas personas con carencias o situaciones de conflicto es un ejemplo de solidaridad, como han sido las muestras de ayuda que hemos vivido a raíz de los desastres naturales, como el Tsunami, donde demostramos que los regiomontanos somos personas altruistas y podemos ver con el corazón la realidad de los demás.
En la escuela nos enseñan que así como en la familia tenemos un apellido que nos distingue de los demás, dentro de los países que componen el mundo, el nuestro tiene también un nombre propio que es México, con características que lo identifican, como son nuestros símbolos patrios: el Escudo, la Bandera y el Himno Nacional, así como nuestras costumbres, ideas, tradiciones, comidas, bailables y formas de hablar. Todo esto compone la cultura de un pueblo, es decir la forma de ser, lo que identifica a los mexicanos. Conservar las tradiciones y costumbres de nuestro país, nos permitirá conocer y comprender su historia.
Los valores que se pueden vivir a nivel patria pueden asociarse a todos aquellos que desean el bien común: solidaridad, igualdad, colaboración, etc., donde se requiere el trabajo bien hecho, corresponsable, para conseguir una sociedad justa, con paz, y el respeto por la misma tierra.
Ser patriota no es simplemente decir soy mexicano. Desde pequeños podemos adquirir conductas y hábitos para ser un buen mexicano. El participar en las actividades cívicas de la escuela, nos ayudará a fomentar este valor.
Lo podemos lograr si…
Decálogo del Patriotismo
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Alcanzar lo propuesto y buscar soluciones a las dificultades que puedan surgir.
La perseverancia es un esfuerzo continuo. Es un valor fundamental en la vida para obtener un resultado concreto; siempre es gratificante iniciar un proyecto, existe una gran ilusión, sueños y esperanzas. Ese proyecto puede ser iniciar un nuevo ciclo escolar donde comenzarán resistencias y problemas. En esta nueva experiencia conoceremos personas que no nos agradan, o las exigencias podrán ser agotadoras; entonces necesitamos tener la perseverancia bien asimilada para no ser derrotados y tener la satisfacción de haber luchado por llevar a cabo las actividades necesarias para alcanzar lo que nos propusimos.
Con la perseverancia se obtiene la fortaleza y esto nos permite no dejarnos llevar por lo fácil y lo cómodo. Cuando hablamos de este valor, valdría la pena tomar un papel y ver nuestros propósitos para revisar si los estamos cumpliendo. Por otro lado, a veces no conocemos realmente a fondo nuestras capacidades para poder establecer objetivos que realmente podamos alcanzar.
Cualquier meta que emprendamos, debe de estar acompañada de los medios que vamos a utilizar para conseguirla, y pensar qué nos hace falta para alcanzarla. Estas herramientas son nuestras habilidades, posibilidades y conocimientos, y pensar cómo aplicarlas. La perseverancia requiere sentido común y pensar que tal vez no lo logremos de inmediato; sin embargo es importante volverlo a intentar, porque la perseverancia brinda estabilidad, confianza y es un signo de que estamos madurando o tomando conciencia de nuestra responsabilidad ante las cosas. Necesitamos estar preparados para enfrentar los retos que el mundo actual presente, con un compromiso pleno y decidido para cumplir con nuestra vocación con entrega y espíritu de servicio.
Lo podemos lograr si…
Decálogo de la perseverancia
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Es reconocer, apreciar y valorar a mi persona, así como a los demás, y a mi entorno. Es establecer hasta dónde llegan mis posibilidades de hacer o no hacer, como base de toda convivencia en sociedad.
El respeto es reconocer en sí y en los demás sus derechos y virtudes con dignidad, dándoles a cada quién su valor. Esta igualdad exige un trato atento y respetuoso hacia todos. El respeto se convierte en una condición de equidad y justicia, donde la convivencia pacífica se logra sólo si consideramos que este valor es una condición para vivir en paz con las personas que nos rodean.
Se debe cultivar el respeto para construir, nunca para destruir; buscar hacer el bien es la antesala del amor sincero. Debes quererte cuidando tu cuerpo, no realizar acciones que puedan representar un daño para ti; es aquí donde tu integridad tiene que ser lo más valioso y con esto estarás demostrándote el respeto hacia tu persona, para así poder gozar de tu bienestar físico y mental.
Otro aspecto que involucra el respeto es el de proteger la vida de nuestro planeta, y una forma de demostrarlo es cuidando la limpieza del agua, aire y suelo, plantar árboles para que la tierra se quede entre las raíces y no se las lleven ni el agua ni el viento, usar solo el agua que necesitemos, defender la vida de las selvas y los bosques; recuerda que el hombre, las plantas y los animales compartimos el mismo planeta.
Este sentido de honor y de valor puede extenderse a la naturaleza. La falta de respeto y trabajar en contra de la naturaleza ocasiona un desequilibrio ecológico y desastres naturales; entonces extendamos el respeto hacia los recursos naturales, para que la humanidad pueda vivir con seguridad y abundancia. Así, la vida del hombre está basada en las relaciones que establece con la naturaleza y cómo hace uso de ella para mejorar su calidad de vida.
Sabías que… una persona respetuosa es aquella que:
Decálogo del respeto
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Es cumplir con el deber de asumir las consecuencias de nuestros actos.
Ser responsable también es tratar de que todos nuestros actos sean realizados de acuerdo con una noción de justicia y de cumplimiento del deber en todos los sentidos.
Los valores son la base de nuestra convivencia social y personal. La responsabilidad es un valor, porque de ella depende la estabilidad de las relaciones personales. La responsabilidad es valiosa, porque es difícil de alcanzar.
El primer paso para poseer la responsabilidad es percatarnos de que todo lo que hagamos, todo compromiso, tiene una consecuencia, depende de nosotros mismos, porque nosotros somos quienes decidimos.
El segundo paso es lograr de manera estable, que nuestros actos correspondan a nuestras promesas; si prometemos “hacer lo correcto” y no lo hacemos, entonces no tenemos responsabilidad.
El tercer paso es educar la responsabilidad e ir corrigiendo lo que no hacemos bien y volver a empezar.
Sin embargo, estar conscientes de qué es la responsabilidad no es algo sencillo, debemos de revisar cada uno de nuestros actos para ver si cumplimos con nuestros deberes o tareas día a día.
La responsabilidad es la obligación de cumplir con lo que se ha comprometido. La responsabilidad tiene un efecto directo con otro valor fundamental: la confianza, porque confiamos en aquellas personas que son responsables. Ponemos nuestra confianza y lealtad en aquellos que de manera comprometida cumplen con lo que han prometido.
La responsabilidad es un signo de madurez, pues el cumplir una obligación de cualquier tipo no es generalmente agradable, pues implica esfuerzo.
¿Por qué es un valor la responsabilidad? Porque gracias ella podemos convivir pacíficamente en la familia, escuela y sociedad. La responsabilidad empieza contigo mismo, con lo que haces, con lo que crees, con lo que piensas, con los compromisos y metas que nos marcamos; cumplir o no con éstos nos permite aprender que hay cosas y situaciones que sólo dependen de nosotros.
Si actuamos responsablemente, somos capaces de invertir el tiempo libre en actividades que fortalecen nuestro cuerpo y nos ayudan a gozar de buena salud, como es el practicar algún deporte o algunas actividades artísticas como la música, dibujo, canto, etc.
Sabías que lo podemos lograr si…
Decálogo de la responsabilidad
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El valor de la prudencia es expresar la voluntad de no juzgar sin conocer y cuidar nuestras acciones.
Cuando hablamos de prudencia, casi inmediatamente lo relacionamos con la costumbre de hablar o hacer las cosas sin reflexionar.
Personas que a toda costa buscan hablar, que fuerzan sus capacidades y habilidades para intervenir en actividades a las que no se les ha llamado, pero a las que les impele su necesidad de sentirse superiores a los demás y estar en el centro del candelero.
La falta de prudencia hace que emitamos informaciones y comentarios no pedidos, que a nadie interesan y que debían guardarse, como es lo concerniente a nuestra intimidad familiar y la discreción que debemos a los procedimientos de nuestro trabajo.
Nuestra imagen es afectada por la falta de prudencia, por no seguir las normas de convivencia, dando rienda suelta a nuestros impulsos y emociones sin evaluar sus consecuencias.
En ocasiones la falta de prudencia se manifiesta muy cercana a las personas mayores de edad: están convencidas de que todo acontecimiento pasado fue mejor, incluyendo hasta el clima. Se habla en contra de los vecinos, de las escuelas a las que no asisten nuestros hijos, de lo destacado que somos en la actividad a que nos dedicamos, de lo grande y superior que es nuestro pueblo, nuestra ciudad, nuestro país comparado con otros países.
La acción ciudadana implica el valor de la prudencia, es necesario expresarnos cuando debemos, con fundamento y sin despreciar el punto de vista del prójimo, de tal forma que nuestra participación rinda frutos en bien de todos.
El valor de la prudencia se desarrolla cuando…
Decálogo de la prudencia
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El valor de la solidaridad se manifiesta en reconocer en el bien común, el sentido de una vida exitosa para todos.
Podemos decir que desde el punto de vista psicológico, la solidaridad es una actitud y un comportamiento; una actitud porque nos inclina a responder favorablemente a las necesidades de nuestro grupo, de nuestro prójimo y una forma de conducta cuando se concretiza en acciones.
La solidaridad también se observa ante la presencia de un determinado ambiente: por ejemplo en los desastres naturales. Algunos opinan que la solidaridad existe más entre los pobres, entre los oprimidos, en los que quizás falta la instrucción y las concepciones ilustradas de justicia, pero que sin embargo está presente el sentimiento de ayuda para quien más lo necesita.
La solidaridad se convierte en una virtud al transformarse en participación.
Se extiende, en nuestro tiempo a todo el mundo; ya que los medios de comunicación han formado una aldea global de todos los países, favoreciendo la formación de asociaciones no gubernamentales que luchan por diversas causas que consideran justas en pro del bienestar de la humanidad.
La solidaridad implica sentirse afectado por las necesidades de los otros como si fueran propias. En este sentido nuestra solidaridad se manifiesta hacia toda la humanidad, hacia quienes sufren discriminación xenofóbica, hambre, sida, adicciones, abusos y guerras.
La solidaridad, como cualquier valor también tiene un componente afectivo, pues no es el cumplimiento forzado o frío del deber, sino el afán de ayudar y participar para alcanzar una meta.
También la solidaridad se manifiesta en el ámbito de la educación, el funcionamiento de las instituciones educativas en mucho se debe al trabajo de asociaciones de padres y consejos escolares, que favorecen el logro de metas y suplen carencias que en ocasiones se presentan, tanto de tipo material, como humano.
La solidaridad tiene que ver mucho con el liderazgo y la inspiración. Cuando alguien se convence y actúa los demás lo siguen. Los planes de trabajo, aún en la familia requieren del liderazgo y el ejemplo de los padres.
Es necesario trabajar para educar y educarnos en la virtud solidaria, distintiva de la comunidad humana, reconociendo que moralmente es necesario darle mayor peso a este comportamiento de apoyo a los demás, sin descuidar a nuestra propia persona.
El valor de la solidaridad se desarrolla cuando…
Decálogo de la solidaridad
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El valor del trabajo es toda tarea desarrollada con la finalidad de producir bienes o servicios.
Superar los obstáculos que nos presenta la naturaleza, reconociendo en los demás la necesaria cooperación que define el trabajo humano.
Hasta que el hombre trabajó individualmente, fueron limitadas sus posibilidades; pero en cuanto descubrió que los otros podrían cooperar, superó obstáculos y comenzó a satisfacer fácilmente las necesidades básicas.
El trabajo es, económicamente hablando, un recurso que no es objeto de intercambio por otras mercancías, el trabajo siempre añade valor a las materias primas y a los objetos en que se deposita.
Más importante: el trabajo humano añade dignidad a las tareas, posibilita al ser humano permanecer en el tiempo y dar muestra de sus valores a las generaciones futuras, pues toda obra humana es una extensión del propio ser.
La energía del ser humano, su conocimiento, su habilidad e inteligencia se transmiten y plasman en todas las obras que realiza la humanidad, el trabajo es capaz de trascender el tiempo, el espacio y lo breve de la vida del individuo.
Por el trabajo se construye el ser humano a sí mismo; trabajando emprende tareas de perfeccionamiento personal, realiza todo su potencial, que sin trabajar, sin dedicación constante, quedaría en simple posibilidad.
El valor del trabajo se desarrolla cuando…
Decálogo del trabajo